sols l’aixut esperit de seguir treballant, així passen les hores i s’escurcen el dies i en fa molts desde la darrera vegada que vaig escriure. Recorro el passadís d’aquesta nit de juliol tractant de trobar una idea, un motiu per seure sol. Ara escolto a l’Enric Cassasses y Pascal Comelade, remiro els quaderns, fullejo llibres ja llegits per robar els textos escrits als marges de les pàgines llegides. Un motiu serviria per quedar-me pres del moment d’escriure. Temps enrera quan fer no ocupava tantes hores i jo no era tan tossudament obstinat a passar les hores teixint ocupacions, les estones del vespre quedaven suspeses per aquesta ingravidessa que produeix el fet de guixar i reseguir mots i disoldre el pensament. Així es com es constitueix el pensament dissolent-lo fent de l’instant un temps perdut posant-li nom. Em costa lligar les paraules, com sempre, però ara, a diferència d’aleshores noto com es de rígida la meva manera de pensar. Sóc massa lluny i la percepció de qualsevol troballa queda allí.
«A poco que oscurezca, y con tal de que el coche vaya aprisa, en campo o en ciudad , no hay torso femenino mutilado, como mármol antiguo, por la velocidad que nos arrastra y por el crepúsculo que le ahoga, que no nos,lance, desde el recodo del camino o desde el fondo de una tienda las flechas de la belleza; esa belleza que sería cosa de preguntarse si en este mundo consiste en algo más que en la parte de complemento que nuestra imaginación sobreexcitada por la pena , añade a una mujer que pasa, fragmentaria y fugitiva.» A la sombra de las muchachas en flor.
Los fragmentos siguen constituyendo el mejor presagio de la incapacidad, pero prefiero ignorar la mansedumbre de los finales, la topografía sinuosa de la plenitud, el gesto amplio de la belleza. Siempre he creído que a pesar de que el paso del tiempo desgasta por igual todas las cosas siempre acentúa la fragilidad rompiendo inequívocamente los objetos por los lugares donde revelan su uso y a él se transforman. Es inevitable que descubiertas las grietas aparece la verdadera nobleza de los objetos y su verdad oculta.
No sé donde se detiene nuestra mirada cuando mira, se amontonan las ideas y sigo incapaz de iluminar una idea que se haga pensamiento, sigo repasando fragmentando demasiado cualquier idea, tal vez quedo demasiado distraído por la fractura y su violento descubrimiento me impide detener lo a tiempo, mis palabras ya para siempre torpes reniegan y prefieren observar la belleza por innombrable, dejarla suspendida del recuerdo para poder seguir recordándolo.